Compartimos con vosotros una reseña del libro El medioambiente en las Relaciones Internacionales de Yoan Molinero Gerbeau, publicada en el El No 53 (2023) de la revista Relaciones Internacionales.
Reseña de Rebeca Giménez González
Las cuestiones relacionadas con el deterioro medioambiental ligado al impacto de la actividad productiva de las sociedades humanas han generado inquietud científica y política a partir de la segunda mitad del siglo XX. No fue hasta finales de la década de 1960 que la protección del entorno natural de nuestro planeta comenzó a introducirse en las agendas de la Asamblea General de Naciones Unidas. Con la llegada de los años setenta y ochenta, las evidencias científicas ante el menoscabo de la capa de ozono, el calentamiento global y fenómenos como la lluvia ácida, hicieron de la preocupación medioambiental un tema cada vez más relevante en las esferas internacionales. Simultáneamente, aparecieron numerosas formaciones políticas y de sociedad civil de naturaleza ecologista, especialmente en Europa central y del Norte, así como en Estados Unidos. Éstas trataron, entre otros objetivos, de alertar sobre la insostenibilidad del vigente sistema de producción y consumo respecto a la disponibilidad de recursos naturales, así como de los riesgos de la generalización del uso de tecnologías nucleares.

Fruto de lo anterior, desde numerosos ámbitos de estudio, proliferaron investigaciones y análisis ligados a cuestiones medioambientales. No solo tuvieron un gran impulso proyectos procedentes de ciencias naturales, como la Geología o la Biología, sino que también desde algunas áreas de las ciencias sociales, entre ellas la Sociología, la Economía Política o la Geografía, fue manifestándose un interés creciente por introducir la dimensión ambiental en sus estudios.
Sin embargo, la disciplina de Relaciones Internacionales permaneció, durante esas décadas, al margen de estos intereses emergentes. En un contexto trasnacional marcado por la Guerra Fría, esta área del conocimiento se mantuvo centrada en desarrollar paradigmas securitarios, militaristas y estatocéntricos, considerados, desde un marcado pragmatismo, la forma más acertada de abordar la realidad social internacional. No fue hasta finales de los años ochenta y principios de los noventa que, desde la periferia de la disciplina, empezó a introducirse el análisis de realidades socioambientales. Este cambio se produjo en un contexto de grandes transformaciones para este entorno académico, que había quedado en evidencia ante la incapacidad de predecir y abordar el nuevo escenario global tras la caída del Muro de Berlín. A partir de entonces, numerosas voces críticas emergieron para cuestionar los presupuestos y categorías analíticas de los enfoques tradicionalmente dominantes (realismo y liberalismo). Se consolidó, de este modo, la llamada teoría verde, junto con otras propuestas desde el poscolonialismo, los feminismos o el posestructuralismo, que juntas pasarían a conformar aquello que ha pasado a denominarse como enfoques críticos.
Tal y como explica Yoan Molinero en El medioambiente en las Relaciones Internacionales, en sus inicios, la teoría verde sería, de entre estas novedosas corrientes, una de las más marginales. Sus propuestas vendrían muy inspiradas por postulados que los movimientos sociales de índole análoga venían proponiendo en la esfera de la acción política, al tiempo que incorporaban algunos de los principales aportes de los estudios de Economía Política Internacional, de inspiración marxista, o desde la Sociología. A día de hoy, ésta ha evolucionado y se ha diversificado enormemente, englobando propuestas centradas en análisis de la ecología-mundo, estudios ecofeministas, poshumanistas y posmaterialistas, entre otros.
Si bien estas corrientes van tomando cada vez mayor fuerza dentro de la disciplina, si nos centramos en el caso de la academia española de Relaciones Internacionales, encontramos que sigue habiendo grandes carencias en lo referente a la disponibilidad de programas de especialización, grupos de investigación y literatura disponible en nuestro idioma —siendo la mayor parte de ella proveniente de América Latina— que se centren en abordar este tipo de temáticas. La obra reseñada viene a poner en evidencia este hecho, así como a llenar un vacío existente en este contexto académico.
El libro denota una clara aspiración pedagógica y didáctica, tanto en forma como en fondo. Se trata de un ensayo no demasiado extenso que introduce dos aspectos fundamentales para comprender la dimensión medioambiental en las Relaciones Internacionales. Por un lado, plantea una panorámica general en torno al desarrollo histórico de las principales instituciones, normas y mecanismos internacionales de regulación de la protección del medioambiente, señalando a sus impulsores más relevantes y atendiendo a los diferentes contextos históricos. Para ello, realiza un recorrido breve por las diferentes Cumbres de la Tierra, subrayando la emergencia de paradigmas como el desarrollo sostenible, de gran importancia para la política medioambiental global; pasando por el desarrollo de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC), las principales ONG medioambientales, movimientos sociales y el papel de organismos regionales como la Unión Europea, la Unión Africana o el MERCOSUR.
Por otra parte, introduce las principales cuestiones teóricas y conceptos que nutren el debate académico dentro de la propia disciplina de Relaciones Internacionales en lo referente a los estudios sobre medioambiente. El autor emplea un lenguaje accesible y conciso —algo que, en lo relativo a estas temáticas, no siempre es fácil de encontrar y se agradece— para presentar, entre otras cosas, las grandes controversias que genera el concepto de Antropoceno. Se trata de un término ampliamente generalizado en ciencias sociales desde las últimas décadas, empleado para referir a una nueva era geológica —seguida del período holocénico— marcada por la incidencia de la actividad humana en el medioambiente como elemento diferencial. En el contexto de las Relaciones Internacionales, se ha convertido en objeto de intensos debates, siendo para algunos un marco novedoso y prometedor desde el que abordar y repensar las relaciones del ser humano con la naturaleza, así como la propia base ontológica y epistemológica desde la que se plantean las investigaciones académicas. Sin embargo, para sus detractores, se trata de un concepto problemático porque que invisibiliza las relaciones históricas y contemporáneas de desigualdad social, así como el efecto asimétrico del deterioro medioambiental en las diferentes regiones del mundo. Asimismo, el autor introduce conceptos complementarios, desde posturas críticas, como el de Capitaloceno, que busca arrojar luz sobre el papel de el imperialismo y las relaciones económicas neocoloniales en la crisis medioambiental que se viene gestando desde los siglos XV y XVI. Abordar este tipo de debates sirve al autor para plasmar las divergencias ontoepistemológicas entre las diferentes escuelas de pensamiento que, desde la disciplina de Relaciones Internacionales y desde otras las ciencias sociales, han conformado, y conforman hoy, la teoría verde. Expone, igualmente, y a modo de crítica, el enfoque utilitarista y racionalista desde el que se han abordado las cuestiones relacionadas con la naturaleza y el medioambiente desde las escuelas (neo)realista y (neo)liberal —cuando no se han ignorado por completo—.
Del mismo modo, el autor dedica un importante esfuerzo a visibilizar la impronta que el dualismo filosófico que estructura de manera jerárquica el binomio naturaleza-sociedad, característico la “racionalidad lockiana-cartesiana” (p. 11), ha dejado en el imaginario colectivo, incluyendo a la propia academia. En el caso de las Relaciones Internacionales, esto ha quedado reflejado especialmente en los análisis provenientes de la llamada síntesis Neo, que ha entendido tradicionalmente al medioambiente como un factor ajeno a la realidad social, que influye en el comportamiento de los actores internacionales —fundamentalmente, los estados—, en todo caso, desde una perspectiva pragmática —por ejemplo, respecto al interés geoestratégico del territorio o la disponibilidad de recursos naturales—. Al respecto, Molinero expresa, poniendo como ejemplo la producción teórica proveniente de la ecología-mundo encabezada por Jasón W. More, la necesidad de superar esta concepción dicotómica, heredada de la Modernidad, para abordar la realidad de manera cosmológica, entendiendo las constantes y recíprocas (inter)relaciones entre lo humano y lo natural. Si bien este tipo de reflexiones críticas quedan muy bien reflejadas a través de un intenso repaso por algunas de las obras más influyentes de la ecología política (neo)marxista o socialista; quizás se echa de menos el haber incluido un repaso más profundo por las aportaciones ecofeministas que, desde los años ochenta, han trabajado en la deconstrucción de esa subjetividad androcéntrica y racionalista hegemónica, heredada de las primeras revoluciones científicas, puesto que quedan referidas de manera demasiado sucinta.
En un tercer y último bloque, se esbozan algunos estudios de caso centrados en temáticas que durante los últimos años han sido foco de preocupación, tanto en la disciplina de Relaciones Internacionales, como entre los actores internacionales más relevantes de la política medioambiental global. Se introducen, de este modo, algunas pinceladas sobre la relación que se ha construido entre el concepto de seguridad humana y seguridad medioambiental, y la relación de ésta en caso de eventos catastróficos naturales o en situación de crisis alimentaria. En estrecha vinculación con lo anterior, se plantean los principales matices y controversias relacionados con la emergente figura de los llamados refugiados climáticos. También hace lo propio en lo relativo a los llamados bienes comunes de la tierra o commons, como es el caso de la Antártida y su controvertida gestión intergubernamental a través del Tratado Antártico.
Como componente pedagógico añadido, el autor incluye al final de cada capítulo un pequeño epígrafe con cuestiones para la reflexión, apuntando a la posible preparación de sesiones especializadas en cada una de las temáticas que se tratan en el libro. De tal modo, se convierte en una herramienta valiosa para aquellos docentes que deseen introducir la dimensión medioambiental en sus clases de Relaciones Internacionales —tanto a nivel teórico como a nivel práctico—, al tiempo que se comporta como un gran recurso para los estudiantes que estén interesados en introducirse en el estudio de estas cuestiones.
Se trata, en definitiva, de un gran aporte para la academia española de Relaciones Internacionales, especialmente útil para expandir el conocimiento disponible en castellano. tanto sobre el desarrollo teórico de la teoría verde en la disciplina, como sobre las principales transformaciones institucionales de la realidad trasnacional durante las últimas décadas.
Rebeca GIMÉNEZ GONZÁLEZ,
Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
Contacto: rebeca.gimenez@estudiante.uam.es