FUENTE: EL SALTO
Extracto de la entrevista.
Patricia Fernández Lorenzo trabaja como psicóloga clínica y terapeuta familiar en el servicio público de salud asturiano, un campo que la ha conducido, de la mano de su maternidad, a la especialización en la salud mental perinatal. A este campo se aproxima desde un enfoque particular, la “perspectiva ecosistémica”, que plantea la influencia en la salud de los contextos y que es, además, multidisciplinar.
Fernández Lorenzo es coautora —junto a Ibone Olza, médica psiquiatra y directora del Instituto de Salud Perinatal con el que colabora la psicóloga— de Psicología del embarazo (Síntesis, 2020), una obra que propone a las profesionales de la salud implicadas en esta etapa —el femenino es genérico, así lo utilizan ellas en el libro, porque la mayoría son mujeres— una aproximación a los procesos biológicos relacionados con el embarazo menos medicalizada. No se trata de hacer mística de la biología, explica, ni de entrar a competir por un modelo u otro de maternidad, sino que parten de “honrar la labor de dar vida”.
El estudio del psiquismo en el embarazo sigue siendo poco visible, tanto para las madres como para las que acompañan a las gestantes y a las familias, que tampoco saben de esta crisis y esta transformación
Patricia Fernández Lorenzo
Pese a que se trata de una obra técnica, su lectura arroja luz —y aportaciones desde la medicina y las neurociencias— al debate que ha abierto la culminación del ciclo que ha igualado los permisos de nacimiento, acogida y adopción. Unos permisos que, desde esta perspectiva, obvian el papel de las madres.
En Psicología del embarazo se propone una “perspectiva ecosistémica”. ¿Qué es esto y para qué sirve”?
El modelo ecosistémico no lo proponemos nosotras, sino que parte de la psicología del desarrollo. Es un término de los 70 y nosotras lo que hemos hecho es adaptarlo a la etapa perinatal. Lo que propone su autor, que tiene un nombre impronunciable, Uri Bronfenbrenner, es tener en cuenta todos los contextos de los que participa el individuo que está en desarrollo, o por los que se ve influido aunque no participe de manera directa. Esto nos da permiso para entrar en las distintas capas de cebolla, como si fuesen círculos concéntricos, que envuelven al individuo en desarrollo. En nuestro caso, partimos de la díada en desarrollo madre-bebé, porque en la gestación es una unidad indivisible y, de hecho, en la etapa perinatal tarda un tiempo en deshacerse esa relación estrecha y funcional, que poco a poco va diluyéndose.
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